Desinstalación sonora

El lenguaje sonoro frente a la omnipresencia de lo visual.

¿Por qué hablar de lenguaje sonoro y no simplemente de sonido? Escuchar no está únicamente asociado a la recepción de ondas por el oído, sino al acto de comprender. Y comprender consiste en enfrentarse con lo inconfortable y lo inusual, pero precisamente lo inconfortable y lo inusual queda desactivado cuando el sonido se instrumentaliza.

Instrumentalizar no es solo escoger unas determinadas tecnologías de producción y difusión del sonido sino que es, ante todo, el resultado de una actitud utilitaria que nos hace percibir todo como recurso posible a ser explotado. Propongo, en cambio, una desinstalación sonora.

La práctica de la desinstalación como desinstrumentalización del sonido surge desde el estímulo del pensamiento ecológico. Nuestra percepción de la naturaleza presenta una gran contradicción: por un lado, la mistificamos y la conservamos y por el otro, la explotamos de manera radical. Ante esta contradicción, autores como Timothy Morton proponen deshacernos del concepto de naturaleza. Rechazar la idea de naturaleza como algo distante a nosotros y que, a causa de esa distancia podemos visitar, explotar, gestionar e, incluso, conservar. Si eliminamos la idea de naturaleza, pasamos a formar parte, junto con todo tipo de entes, de un mismo tejido. Volviendo al sonido, la desinstrumentalización evita recrear tanto un entorno natural mimetizado, la burbuja del soundscaping, como el uso de la tecnología para mediar una manera de escuchar que refuerza la distancia.

¿Cómo alcanzar una distancia entre lo demasiado lejano y lo demasiado cercano? Según Gilles Clément, existe un entremedio: el tercer paisaje, una parcela abandonada, previamente explotada. La ausencia de impacto humano durante un tiempo permite el resurgir de una diversidad de especies, muy propia al espacio donde se crea. La distancia de lo humano deja el margen suficiente para crear una forma de coexistencia con el entorno. La desinstalación es un tercer paisaje sonoro.